jueves, 16 de mayo de 2013

Sobre la Necesidad de la Oración


Si quieres sufrir con paciencia las adversidades y miserias de esta vida, seas hombre de oración.  
Si quieres alcanzar virtud y fortaleza para vencer las tentaciones del enemigo, seas hombre de oración. 
Si quieres mortificar tu propia voluntad con todas sus aficiones y apetitos, seas hombre de oración. 
Si quieres conocer las astucias de Satanás, y defenderte de sus engaños, seas hombre de oración. 
Si quieres vivir alegremente y caminar con suavidad por el camino de la penitencia y del trabajo, seas hombre de oración.  
Si quieres ahuyentar de tu alma las moscas inoportunas de los vanos pensamientos y cuidados, seas hombre de oración.  
Si la quieres sustentar con la grosura de la devoción y traerla siempre llena de buenos pensamientos y deseos, seas hombre de oración.  
Si quieres fortalecer y confirmar tu corazón en el camino de Dios, seas hombre de oración. 
Finalmente, si quieres desarraigar de tu alma todos los vicios y plantar en su lugar las virtudes, seas hombre de oración; porque en ella se recibe la unción y gracia del Espíritu Santo, la cual enseña todas las cosas.  
Y demás de esto, si quieres subir a la alteza de la contemplación y gozar de los dulces abrazos del Esposo, ejercítate en la oración, porque éste es el camino por donde sube el alma a la contemplación y gusto de las cosas celestiales.  
Ves, pues, de cuánta virtud y poder sea la oración? Y para prueba de todo lo dicho (dejado aparte el testimonio de las Escrituras Divinas), esto basta por ahora por suficiente probanza que habemos oído y visto, y vemos cada día muchas personas simples, las cuales han alcanzado todas estas cosas susodichas y otras mayores mediante el ejercicio de la oración.
San Buenaventura



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